Las especulaciones sobre la nueva megacontienda por el control en el hampa de México se desataron por un video de dos minutos que circuló en las redes sociales a finales de abril. La grabación granulada de una cámara de seguridad mostraba un convoy de unas 20 camionetas entrando a San Fernando, un municipio con una ubicación estratégica a unos 140 kilómetros al sur de la frontera de Estados Unidos y México en el asediado estado mexicano de Tamaulipas.
El mismo día, se conocieron denuncias de bloqueos en las carreteras que conectan la localidad con las ciudades fronterizas de Reynosa y Matamoros. Para algunos, esta era la indicación más clara de que el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) había llegado a sacar al Cartel del Golfo, la organización criminal con cien años de historia en este remoto rincón del noreste de México.
“El Cártel Jalisco Nueva Generación había iniciado la toma de la frontera tamaulipeca y el Cártel del Golfo movilizaba a su gente para impedirlo”, concluyó un analista mexicano en un columna en El Universal.
Pero en el terreno la realidad tiene más matices. Mientras que hay quienes creen que la invasión de Tamaulipas por el CJNG es casi segura a pesar de las profundas raíces históricas del Cartel del Golfo allí, otros dicen que la situación es más relativa y advierten que cualquier declaración sobre un predominio desconoce la realidad de la mayoría de las dinámicas criminales, donde el equipo local casi siempre lleva las de ganar.
InSight Crime pasó una semana recorriendo ese estado fronterizo, entre Reynosa y Matamoros, entrevistando a residentes locales, analistas, académicos y expertos en seguridad. En este artículo, revisamos la actual situación a lo largo de uno de los corredores de droga más dinámicos y convulsionados del mundo.
Un mercado de drogas desbordado
Aparte del espectáculo por las redes sociales, sí hay evidencia que soporta las afirmaciones de que el CJNG está haciendo presencia permanente en Tamaulipas, en particular en Reynosa, población situada en la ribera del Río Bravo frente a McAllen, Texas. Esta avanzada, según afirman los agentes antinarcóticos que hablaron con InSight Crime bajo la condición de que se mantuviera su anonimato por no contar con autorización para referirse a esa dinámica, se inició hace unos meses.
Parte de su argumento se sustenta en la oferta, los precios y los decomisos de drogas. A comienzos del año, un kilo de metanfetaminas, por ejemplo, se vendía en unos US$3.700 en McAllen. Un cargamento de cocaína de ese tamaño costaba unos US$22.000. Hoy, ese mismo kilo de metanfetamina se vende por solo US$1.400, mientras que un kilo de cocaína ronda los US$14.000.
Los datos oficiales indican que los decomisos de ambas sustancias efectuados por los agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés), que trabajan el sector del valle del Río Bravo —con jurisdicción sobre McAllen, ciudad hermana de Reynosa— también crecieron en comparación con el último año. Los decomisos de metanfetaminas pasaron de 42 kilos entre enero y marzo de 2022 a 127 kilos en el mismo periodo de 2023. Los decomisos de cocaína pasaron de 72 kilos a 228 kilos en el mismo lapso de tiempo. En otras palabras, los decomisos de ambas drogas en este corredor crecieron más de 200% en este inicio de año.
Estos decomisos y el desplome de los precios al por mayor indican una afluencia masiva de estas drogas por la frontera hacia esta región del sur de Texas.
Esto supone un cambio frente a otras épocas, cuando los Metros, antigua facción del Cartel del Golfo que lleva años operando de manera autónoma, trasegaban modestas cantidades de droga. Los Metros hacían parte de un corredor extremadamente volátil y fragmentado y, en el mejor de los casos, ejercían un control inestable sobre Reynosa y este paso fronterizo. Para los agentes estadounidenses, la reciente caída de los precios y el incremento de los decomisos apunta a una organización más poderosa y de mayor envergadura: el CJNG.
Es más, las autoridades estadounidenses de McAllen también están empezando a ver mayores cantidades de fentanilo, el letal opioide sintético responsable de unas tres cuartas partes de las muertes por sobredosis de drogas en Estados Unidos en 2022. Además del Cartel de Sinaloa, el CJNG está señalado de ser uno de los principales traficantes de fentanilo ilícito de México.
Además de estos flujos de narcóticos, información divulgada por informantes confidenciales y otras fuentes de inteligencia también apunta a que el CJNG está tomando control de Reynosa. Su meta final, según esas informaciones, es llegar a tomar control de Nuevo Laredo y con ello del principal paso fronterizo en la frontera Tamaulipas-Texas.
Si el CJNG puede controlar todo en los alrededores de Nuevo Laredo, se cree que se les facilitará disputarle esa ciudad de casi medio millón de habitantes al Cartel del Noreste, la rama más importante que se desprendió de otros antiguos subordinados del Cartel del Golfo, los Zetas.
Un corredor estratégico
Sobre el terreno en Tamaulipas, hay motivos para pensar que el panorama criminal está cambiando.
En Reynosa, algunos residentes dijeron a InSight Crime que los precios de productos básicos, como carne, lácteos, huevos y aguacates han aumentado en las últimas semanas. A los proveedores se les dijo que se habían fijado nuevos precios y que no hicieran preguntas, según nos relató un residente cuyos padres venden artículos de ese tipo. Al mismo tiempo, los grupos de WhatsApp de la comunidad están llenos de mensajes que identifican escenas de balaceras entre bandos y fotografías de cuerpos arrojados en ciertos sectores de la ciudad, principalmente en el Puente Internacional Pharr-Reynosa.
Estas dinámicas pueden interpretarse en una de dos formas, señalaron nuestras fuentes. Por un lado, algunos creen que esto significa la llegada de nuevos jefes y la imposición de un nuevo orden por parte del CJNG. Por otro lado, también puede indicar que hay facciones del Cartel del Golfo asegurándose financiación en anticipación a un enfrentamiento con el CJNG por el control de Tamaulipas, principalmente entre San Fernando y la frontera entre México y Estados Unidos.
Gran parte de los enfrentamientos de las últimas semanas se han concentrado en las inmediaciones del mencionado municipio de San Fernando. Las facciones Ciclones-Escorpiones y Metros del Cartel del Golfo y otra rama de los Zetas, los Zetas Vieja Escuela, comparten la influencia en esta zona, en gran medida por lo estratégico de su ubicación. Al norte de San Fernando, la autopista se divide en dos y conecta con Reynosa hacia el oeste y con Matamoros al este. El control de San Fernando asegura acceso a estos dos importantes pasos fronterizos.
El valle de San Fernando es también uno de los corredores agrícolas claves del estado, lo que ofrece oportunidades de extorsión a los productores de sorgo, maíz y frijoles, y a quienes transportan y almacenan dichos productos. Esto en combinación con una floreciente industria de gasolina de contrabando ofrece un amplio abanico de oportunidades para las economías criminales en esta parte del estado.
La protección de esta región oriental puede hacer que varias facciones del Cartel del Golfo se alíen contra el CJNG y contra cualquier alianza local que estos hubieran hecho para avanzar más hacia el norte, como lo señaló un académico, que solicitó mantener su anonimato por motivos de seguridad.
“[Estas facciones del Cartel del Golfo] Han trabajado más en conjunto en algunos momentos y yo sí los veo más cercanos a poder plantar un freno a una posible incursión del Cártel Jalisco Nueva Generación”, comentó el académico a InSight Crime.
Un futuro incierto
Aunque hay quienes han aseverado con mucha certeza que el CJNG está avanzando por Tamaulipas, otros lo rebaten.
“A pesar de que el cartel del Golfo está muy fraccionado, muy dividido, pues sigue teniendo mucho poder, mucho monopolio”, dijo un analista local, hablando con InSight Crime bajo reserva de su identidad por motivos de seguridad.
Ese poder se impuso décadas atrás, y una familia, los Cárdenas, ha ayudado a mantenerlo. Incluso, después de verse debilitada por varias capturas en los últimos años, la familia “todavía está jalando los hilos”, señaló el analista. El problema, sin embargo, es que ha habido “otros grupos de interés que están disputando el poder del CDG a la familia Cárdenas desde hace varios años”.
“Lo que sí ha hecho el grupo en distintos momentos y facciones son alianzas temporales” con otros grupos más poderosos, como el Cartel de Sinaloa y los Zetas, pero eso no quiere decir que esos grupos estén en capacidad de tomar el control de Tamaulipas, afirmó el analista.
Como tal, las mudables alianzas entre el Cartel del Golfo y con el CJNG pueden explicar la oleada de violencia que vive actualmente la región. Dada la presencia del CJNG en todos los estados que rodean Tamaulipas —Nuevo León, San Luis Potosí y Veracruz— es posible que las facciones del Cartel del Golfo estén haciendo nueva alianzas con el grupo como una manera de sobrevivir a lo que ven como una inevitable toma del poder. De hecho, algunos creen que la facción Ciclones-Escorpiones se desplazó de Matamoros y entró a San Fernando para impedir una alianza entre los Metros, los Zetas Vieja Escuela y el CJNG.
Sin embargo, pese a su historia de luchas intestinas, el Cartel del Golfo se ha unido para defender intentos anteriores de grupos externos para hacerse al control de Tamaulipas. Queda por ver si esto seguirá siendo cierto en el evento de una expansión del CJNG por la frontera entre México y Estados Unidos.
“Habrá que ver cómo se termina de configurar estos pactos de protección y estas relaciones entre los grupos criminales, esas zonas grises donde se conectan estos grupos criminales con [las fuerzas del estado]”, señaló el académico en conversación con InSight Crime.